Desnudo en este mar de vanidades egolatras,
que solo suspiran antes reflejos de espejos caducados,
confieso que mi verdad no es tan salmo como profeso;
Admiro mi precario discurso efímero y embustero.
Farfulla de excusas que revisten lo impresentable
se pasean codo a codo mofándose de los incrédulos.
Y es que sobra pecado en este abito profeso de mentira
avasallando contra mentes difusas de creencias nítidas.
Y en mi defensa alego...(sujeto a opiniones secundarias)