J.
Ese vaso que termina, casi, por morir en el ultimo trago transpiraba como tu jadeo minúsculo, casi imperceptible a los odios sordos de los deseos de la lujuria.
Y te bebo en el ultimo sorbo y así transcurre la noche, tan cargada de soledades que solo azotan el cerebro;
y hoy te recuerdo.
y hoy te recuerdo.
Miro la angustia tergiversada en una falsa sonrisa de esperanza reflejada en el espejo, angustia que escupe catarros de humo en cada bocanada que suspiro en tu espera. Falsa esperanza de esperar lo que nunca llega, lo que solo es parte del viento.
A veces he creído necesario prostituir estos sentimientos para remplazar el vació que lleva tu nombre. Sin duda cometí tal error. Y digo error porque no creo en casualidades, las casualidades son actos que aparecen sin ser esperados.
Y hoy, ahora y aquí, te espero.
Deambulo errante como fantasma en el lecho de un infierno circular que se encierran en recuerdos limitados a tu figura. Silueta que velan mis ojos en el crudo y amargo sabor de días que se ríen en el calendario, días que me señalan con veinte dedos como eructando recuerdos en mi rostro; mal aliento de caminos que escogí seguir sin saber que la angustia de la perdida seria peor que la angustia de tus sombras.
Se que a lo mejor, en honor a mi realidad, te importe una mierda lo que digo. Seguramente tomaras mis palabras como quien vomita una resaca de una mala noche de jolgorio, pues es mejor una noche de jolgorio a estas horas funestas de condimentos acervados que solo causan una sapidez de bilis amarga, repugnante en la garganta.
Y mi mentira es esta: Por qué te espero? Y mi verdad: porque al perderte solamente me perdí en un océano de soledades pestilentes de tu aroma.
Pero que no dejan de ser soledades...
Pero que no dejan de ser soledades...
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