Ante mis manos
están tus caricias
que precedieron el frío,
abrigando la gélida noche
parpadeando bajo el celaje
donde cada guerra era un tormento;
Y en tus ojos retoñaron mis primaveras
reverdeciendo las flores
que amarilleaban en tu ausencia.
Encuentro ajeno en lo mundano,
momento del que solo sabe el momento.