lunes, 4 de julio de 2011

LA HETAIRA

Vacilan sus dedos entre subir o bajar;
no hay halo mas dulce que el de su mirada,
ojos pigmentados de un turquesa profundo
donde vuelvo cada vez que necesito encontrarme.


Titubea algo en silencio, al filo del susurro;
casi no logro escucharla, o quizás no quiera que la escuche.


Se quita la traba dejando caer sus cabellos,
no hay rubor ni maquillaje, solo un rostro puro
en el cual baila una sonrisa inmaculada, inocente,
dejándose al descubierto ella misma, sin disfraz ni embozo.


El apremio de tenerte no es en vano,
con tanta belleza acumulada ¿quien no te desea?


 

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