domingo, 6 de febrero de 2011

DIRECCIÓN ERRADA

El humo embalsamaba el ocio de la oración.
El silencio era el cadáver errante
por estos paramos abstemios de colores,
fraguando entre misterios ocultos recelos
que ni el mar, tela irreal, sabia descifrar.


Saca su sombrero, refriega su mente,
olvida recuerdos, recurre al pasado.


Mas en su cielo no caben estrellas,
porque el universo allá a lo alto,
y su mirada perdida en la quietud de lago
aquí en lo bajo.


Pesa la idea del olvido y el desencuentro
como el peso de la lluvia, menuda y vacía.


Se aliena de las horas sin sentidos;
en la lejanía el sur guarda sus sueños,
el paisaje yermo disfrazados de cabos,
unas que otras velas, resto de olas bagas 
que vienen y van, y nunca se quedan,
llevándose sin pudor junto con ellas  
las ninfas, que las siguen sin refutar,
en busca de un mejor silencio.


Siente saudades de un otoño seco,
y de un alma débil cuya luz tacita y moribunda 
cuya luz ya no brilla ni en candelabros.


Hasta los ocasos se figuran tristes
fundiendo en el anima del día
el oxido sabor a larga espera,
espera de algún naufrago perdido
que se encuentre con su espíritu 
para sostener que aun sigue vivo.


"Pero que ilusa idea" piensa mordiéndose los labios,
sacude el polvo que pesa en sus cabellos rancios,
mira el pináculo de la noche sin mover una pestaña,

se le entumecen las manos aplastadas en su pecho.


En su mirada oprimida el delirio hace pausa y piensa:
"hombre que ignoraste todo sin lugar a un cambio,
y lo único que conseguiste es que lo todo te haya ignorado"

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