cuando los sicarios conspiraban
por dar muerte a esta paz;
protegías con uñas y dientes,
eras únicas, casi especial.
Rozabas tus dulces labios tiernos.
Mientras me aferraba al calor de tu cuerpo,
podía oír la melodía de tu palpitar,
miel que enciende y musita
en la seda de tu piel,
dulce manantial de sueños
exorcizados de mi mente,
materializándose en el lecho de tu vientre.
Aroma a canela y limón,
suspirabas el aliento acérrimo
cerniendo la noche del día
sucumbiendo el tiempo en tus senos.
Bastaba con mirar hacia adentro
para ver en landa un corazón sincero,
"relajate" susurras sosegada,
por las pampas ya no galopan
al trajín de yeguas en celos.
"Los que me buscan como tesoro.
ya no son dignos de mi cuerpo,
solo tu ahora, solo yo aquí,
solo nosotros y nadie mas que nosotros"
verbaliza lo que hace tiempo quiere vomitar.
Y llega el momento ansiado
en el que tus siluetas enervadas
se entregan intensamente,
derramando sudor en mi alma
fusionando nuestros labios
para dejar que el pecado muera afuera
expirando y agonizando todo al mismo tiempo.
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