Alguna vez nos esperamos,
escuche tu vos endulzando mis oídos,
repase detenidamente tu cuerpo;
clamaba tu alma un grito desgarrándose
desde lo mas profundo del mar.
Avasallamos las tinieblas
galopando entre las llamas,
venias hasta mi despacio,
lentamente borrando vuestros miedos.
Y al final, cuando ya no quedo nada,
sosegamos el silencio dilatado
ahogándolo dentro del silencio de la amargura,
precipitando la amargura en lágrimas.
Hallamos en la noche del corazón
una llama de desconsuelo,
fría gota, olas de dolor.
Recorrimos el abismo mundano
fuimos testigos del miedo,
gritamos como niños, solo gritamos.
la hora moría, agonizaba su fin,
desenvainamos nuestro amor
luchamos por existir,
luchamos por sobrevivir;
avizoramos el triunfo,
luchamos por vivir.
Ahora que te recuerdo,
vomito mis penas confesando al cielo.
Escribo con tinta de sangre
derramadas sobre tu pecho
una historia de la que solo me queda el recuerdo.
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