El día surge en un suspiro y acaba con el,
queda el frágil espasmo de la espera,
catarro de gritos con sabor de su ausencia,
de espera larga, densa que solo contempla.
La puede oír llegar, sonando sus pasos por la escalera,
es el sonido de los mismos tacos que alguna vez se fueron.
El miedo lo paraliza, quizás es solo ese agrio recuerdo,
momento en que se marcho sin motivos ni escusas,
dejando sal en las heridas, puñales en el cuello.
Mil veces quiso buscarla en sus sueños,
abrazado en la almohada impregnada de su aroma
en la que alguna vez reposaron sus cabellos,
cabellos largos, oscuros, mansos y sin credo.
Se abstrae de este mundo, su mirada no le pertenece,
trata de figurar su sonrisa en la luna,
pero esta noche la luna se ha ido con ella,
eclipse de soledad naufragando en un mar de fantasmas.
Su mirada ya no esta, no le pertenece.
las horas son un karma en el que se desgaja su alma.
Corazón herido que llora su espera,
manos sudorosas, impacientes, que la abrazan en silencio.
El olvido nunca deja de ser un sicario en potencia...
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