no por haberse dicho todo, a lo mejor no se dijo nada -no cabe duda-
en fin, poco o mucho, no tiene cabida en estas breves palabras.
Lo cierto es que podría fatigarme la conciencia,
sin darle un segundo de tregua, pensando en ti.
Se bien que fuiste tú la que escucho decirme: estoy con otra,
también imagine ese agrio momento derramándose en tus lágrimas saladas;
Gracias a ti he descubierto ese cobarde,
ese que me mira cuando me paro delante de un espejo.
Dije que no iba a hablar de él,
pero es necesario, no se porque, mencionarlo.
No se trata de ganadores ni vencidos.
Se trata de ti, de ti allá lejos, bien lejos,
como una ola en fuga que se pierde en la silueta del horizonte,
y que se lleva con ella las brumas de este mar,
junto con sus melodías y sus caracolas y la brisa fresca.
Se trata de un muelle de barcos melancólicos,
de un estanque saturado de sal que gangrena las heridas,
de un puerto en el que los amante ya no se aman,
donde las gaviotas ya no son parte del paisaje,
y donde el brillo de la primavera tiene color a olvido
y sabor a esa soledad sin soledad.
Se trata del universo encendido en la dirección donde miran tus ojos,
oscuridad y tiniebla que dejas para los que no somos parte de ese éter.
Recuerdo cuando el guardia dijo: -no pueden estar así-
tú reíste y yo fui feliz; Quisimos desafiar a la moral para ser nosotros.
Ahora que miro, ni el guardia esta cerca,
no he notado su presencia desde la puerta hasta aquí,
ahora que miro me doy cuenta que no te veo.
Quisiera que vengas, para apretar tus labios y los míos,
para impregnar de tú labial rojo mi rostro,
para dejar el tinte azul de mis dedos en tus mejillas.
Pero no se trata de mi, se trata de ti lejos,
emigrando a lugares donde la primavera se exhala y se bebe,
donde los inviernos se escupen y se olvidan.
Se trata de buscarme en el páramo de no se donde,
yermo desde no se cuando, abandonado a un ente detrás de un espejo,
ese que me mira, y que con tanta cara de boludo, cada vez se parece mas a mi.
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