Confieso que guardo una soga
que a veces uso de corbata,
solo para verme en ese último esmoquin
recostado con la mirada apaga frente a tus ojos.
En ese óbito y amargo momento
creo creer que algo te adolece,
pero de que sirve lamentarse ahora?
si ya tengo la camisa sin botones
y mi cuerpo no responde a relojes
de tiempos que dejamos pasar hace tiempo.
Hasta a veces me pregunto si me conoces?
No quisiera incomodarte,
no hace falta que llores ahora.
Mantente en esa postura firme,
esa que te hacer ser tú mismo:
uraño a los sentimientos de los otros.
A veces miro esa corbata
y confieso que siento un poco de miedo,
no por lo que pueda suceder después,
sino por lo que nunca escuche decirte.
Y cuando me veo ahí creo escucharlo,
creo escucharte; no quiero molestarte,
pero de que mierda te lamentas ahora???
si todo lo que pudiste haber dicho en su momento
preferiste callarlo como quien calla las lágrimas
de un hijo que llora a solas,
por culpa de las sobras que le faltan.
No quisiera incomodarte,
no hace falta que llores ahora.
Todavía no me puse la camisa sin botones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario