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| Don Luis nieves |
En el paraje "El león muerto" parece que el tiempo no fuera tiempo, es como si las horas hubieran pasado quien sabe cuando, como dice Don Luis: "las horas aquí no pasan". Son las dos de la tarde, acabamos de llegar con Jose a este inhóspito lugar después de seguir, durante casi tres horas, las huellas de un camino virgen. Todo esta tranquilo, inmóvil, salvo un pequeño cordero que corre persiguiendo a una libélula. Nos detuvimos con la intención de preguntar en donde nos encontrábamos. El sol es tan amigable que nos abraza de cerca, la temperatura debe rondar los 40°. Tocamos las manos y de adentro de una casilla de puerta y ventana diminuta sale un hombre de pelos blancos y ojos verdes, "un gringo que se perdió en el monte" bromea Jose en voz baja. -¿Andan perdidos?- pregunta el hombre. -Disculpe, ¿solo queremos saber en donde nos encontramos?- le pregunto yo a él. -Pues si, andan perdidos- dice el afirmando. Hace un gesto con su cabeza para que entremos, "cierren bien el portón pa' que no se me valla la chiva" aclara; Aqui todo esta tan calmo que ni siquiera el viento deambula por estas latitudes. Seguimos a Don Luis hasta una especie de galería de piso de tierra y con techo de caña recubierta de barro, él se disculpara por las condiciones precarias en las que vive, Jose me mira y me dice por lo bajo "deberíamos disculparnos nosotros por hacerlo sentir mal". Creo que no es preciso buscar culpas ni culpables, por eso hago caso omiso a ambos. Cada uno elige su estilo de vida y respeto eso. No por tener lujos uno es mas o menos persona.
Nos invita a tomar asiento, es ahí cuando veo que su boca tiene un labial verde natural por el habito de mascar coca. Saco una botella de vino de mi mochila y le ofrezco un trago, toma la botella, la huele, piensa un instante y bebe un sorbo, "juguito i'uva, hace cuanto que no tomaba un trago" dice como preguntándose a el mismo. Un silencio contemplativo al paisaje se presenta en el momento, Don Luis mira hacia algún lado y yo trato de buscar su mirada. Jose se divierte acariciando un "chivito" que se recuesta a sus pies. La brisa del viento sigue ausente y el silencio aturde mis oídos. Es necesario romper el hielo para salir de ese misterio absorto de platica.
-Que linda tarde- exclamo para entrar en confianza.
-Aqui nada es lindo simplemente porque no existe lo feo- comenta Don Luis. Sus palabras ahora me llevan a una vertiente de preguntas que necesariamente necesitan respuestas.
-¿A que se refiere con eso?- pregunto simulando un grado de ignorancia inocente.
-Pues mira mijo a tu alrededor- dice señalando hacia afuera, -¿Dime que ves?- pregunta.
-Nada mas que arboles y un par de animales- contesto.
-El aturdimiento de la ciudad te ha cegao- exclama. Tal dicho es una mordaza que me deja mudo sin saber que decir.
-Mira la paz, respira la tranquilidad, toca el silencio- dice en un tono pausado como demostrándome lo que no es perceptible a simple vista, sino mas allá de los sentidos de la misma realidad. Ante la posibilidad de entrar en un terreno filosófico, le pregunto: ¿hace cuanto vive usted aquí? como para cambiar de rumbo la conversación. -Mas de lo que mi memoria permite recordar- contesta, -Con decirte que ya he olvida'o hasta mi edad y ni siquiera tengo idea en que año estamos y que día es hoy- agrega.
-¿A que se debe su olvido?- preguntó intentando entender lo que dice.
-Cuando uno vive solo, sin siquiera con un espejo para hablar con uno mismo, pierde hasta la noción del tiempo, las horas aquí dejaron de pasar antes que a mi reloj se le acabaran las pilas- dice nostalgioso. Jose me mira, pero no entiendo lo que sus ojos tratan de decirme. Solo pienso, me hago la idea de un Robinson Crusoe que se auto aislo ...
-¿Como esta el pueblo?- pregunta.
-Y, la mano viene dura- contesta Jose.
-Ah! que suerte que aquí los cambios no tienen efectos- dice Don Luis con un tono distendido, -Aquí lo único que cambia y no muy seguido, son las estaciones del año- agrega.
La tarde parece no pasar y Don Luis aprovecha para revelar un par de secretos: como cocina a leña con carne de chivo fresca, recién "matadito" para que no se pase, y si sobra, un poco de sal pa' hacer charqui. Saca de un costado lo que a simple vista parece un vaso hecho de caña hueca. -¿Un matesito?- pregunta.
-Eso no se pregunta- contesto. Saca de su otro costado una pava teñida de hollín y sirve el agua en el mate.
-A su salud- dice y me pasa la bebida.
-¿Que los ha traído por aquí?- indaga.
-Mi amigo participa en un concurso de fotos y la temática tiene que ver con festejo relacionados al Bicentenario- dice Jose. El hombre me mira y frunce las cejas como diciendo "y este que dice que no lo entiendo". Le resumo lo ante dicho diciéndole "venimos a sacar fotos para un concurso".
-¿No le molestaría si le tomo una foto a usted?- le pregunto.
-¿Porque me va a molesta mijo?- pregunta el.
-Y no se...- digo.
-Con esta foto seguro que no ganan, pero me la guardas pa´ traermela de recuerdo- dice..
-A cambio de unos mates y unas buenas historias, se la traemos gane o no- dice Jose... La tarde sigue su curso natural, y por mas que el tiempo alli no exista, lentamente el sol va perdiendo fuerzas en el horizonte. El camino de regreso es largo, no nos queda mas que marcharnos. Nos despedimos y Don Luis nos da la bendición "pa que Diosito los haga volver".
A pasado casi un año desde aquel día, hace un par de semanas volvimos al lugar y no había nada allí. ni siquiera rastros de que esas tierras hubiesen sido habitadas. La yedra tapo todo vestigio de "sobras" civilización. "Se lo habrá llevado la hija, que comento que tenia y que omití en el relato, a vivir con el" pensé deseando que así fuera...
Este es un pequeño homenaje, quizás este tipo, Don Luis, no haya sido algo significativo para la sociedad, pero si para mi. Cada vez que veo esta foto pienso que "no todo lo material compra la felicidad, se puede ser feliz con tan poco, pero eso no lo sabremos hasta que no aceptemos que el aturdimiento de la ciudad nos ha cega'o".-

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